La guerra de las Galias by Cayo Julio César

La guerra de las Galias by Cayo Julio César

autor:Cayo Julio César
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Historia
ISBN: 84-7634-495-3
publicado: 1986-01-01T05:00:00+00:00


Notas de Napoleón al libro V

1. La segunda expedición de César a Inglaterra no tuvo mejor fin que la primera, ya que no dejó en ella ninguna guarnición ni establecimiento, y los romanos quedaron entonces tan poco dueños del país como antes. Cap. XXIII.

2. La destrucción de las legiones de Sabino es el primer revés de consideración que sufrió César en la Galia. Capítulo XXXVII.

3. Cicerón defendió durante más de un mes con 5.000 hombres, contra un ejército diez veces más fuerte, un campo atrincherado ocupado por él desde hacia quince días. ¿Sería posible conseguir en nuestros días un resultado semejante?

Los brazos de nuestros soldados carecen de la fuerza y robustez de los de los antiguos romanos; nuestros útiles para el trabajo son los mismos, pero nosotros tenemos un agente más: la pólvora. Podemos, pues, levantar murallas, abrir fosos, cortar árboles, construir torres en tan breve tiempo y tan bien como ellos, pero las armas ofensivas de hoy poseen un poder muy diferente de las de los antiguos, como diferentes son sus efectos.

Los romanos deben la persistencia de sus triunfos a un método que no abandonaron jamás y que consiste en acampar invariablemente por las noches en un campamento fortificado, en no dar nunca una batalla sin tener a sus espaldas un campo atrincherado que les sirviese de refugio y donde encerrar sus víveres, sus bagajes y sus heridos. La naturaleza de las armas en esos tiempos era tal, que en tales campamentos se sentían no sólo al abrigo de los ataques de un ejército igual, sino incluso superior; eran dueños de combatir o de esperar una ocasión favorable. Mario106 es atacado por una nube de cinabrios y teutones; se encierra en campamento y permanece en él hasta el día en que la ocasión se le presenta favorable; cuando sale de allí lo hace ya precedido por la victoria. César llega a las cercanías del campamento de Cicerón; los galos abandonan a éste y marchan al encuentro del primero; su número es cuatro veces superior. César toma en pocas horas posición; atrinchera su campamento y soporta pacientemente los insultos y las provocaciones de un enemigo a quien no quiere aún atacar; pero la espléndida ocasión no tarda en presentarse; sale entonces por todas las puertas; los galos son vencidos.

¿Por qué, pues, una regla tan sabia, tan fecunda en grandes resultados, ha sido abandonada por los generales modernos? Porque las armas ofensivas han cambiado de naturaleza. Las armas de mano eran las armas principales de los antiguos; con su corta espada el legionario conquistó el mundo; con la pica macedonia Alejandro conquistó el Asia. El arma principal de los ejércitos modernos es la de fuego, el fusil, esta arma superior a cuanto los hombres han inventado jamás; ninguna arma defensiva puede contrarrestar su efecto. Los escudos, las cotas de malla, las corazas, reconocidos como impotentes, han sido abandonados. Con ese terrible artefacto un soldado puede en un cuarto de hora herir o dar muerte a sesenta hombres. No le faltan nunca



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